Tengo cicatrices que no se ven y el futuro escrito en un trozo de papel. Tengo la maleta abierta, cerca de la puerta por si hay que volar. Tengo mil historias que contar y en todas se repiten el mismo final. Tengo la maleta abierta,cerca de la puerta por si hay que escapar.
Cambiaré mi mundo que ahora es gris ya llegó el momento de partir. Y dime porque parecemos dos extraños en esa historia que nos vio crecer y nos hicimos tanto daño. No me he marchado y ya quiero volver con el tic tic tac solo el tic tic tac de mi corazón.
Tic tic tac, tic tic tac de los dos.
Tengo cicatrices que no se ven y el futuro ardiendo en un pedazo de papel. Tengo la maleta abierta cerca de la puerta por si hay que volar. Tengo mil batallas por vencer, busco en todas ellas mantenerme en pie. Tengo la certeza cierro mis apuestas se que te volveré a ver.
Cambiaré mi mundo que ahora es gris ya llegó el momento de partir. Y dime porque parecemos dos extraños en esa historia que nos vio crecer y nos hicimos tanto daño. No me he marchado y ya quiero volver Con el tic tic tac solo el tic tic tac de mi corazón. Tic tic tac, tic tic tac de los dos.
Con el tic tic tac solo el tic tic tac de mi corazón. Tic tic tac tic tic tac de los dos.
Música
domingo, 18 de enero de 2015
domingo, 11 de enero de 2015
Un lugar oscuro
Me
desperté desorientada, pero sabía que había dormido demasiado
tiempo. Estaba en una habitación a oscuras, llevaba de ropa unos
pantalones cortos y una camiseta de tirantes. ¿Dónde estaba? Busqué
mi móvil entre los pantalones, lo saqué y miré la hora. Las cinco
y diez de la mañana. ¿Dónde estaba?, me volví a preguntar a mí
misma. Encima no recordaba lo que había pasado ayer.
De
repente, sentí un escalofrío en mi mano, me la mire y no tenía
nada. Luego, otro pinchazo, pero esta vez en el pecho.
Me
asusté, no sabía lo que me estaba pasando. Intenté levantarme pero
no podía, era como si tuviera todo el cuerpo pegado a la cama.
Después, una punzada de dolor, en la cabeza. ¿Qué me estaba
pasando? ¿Y si...? No, no puede ser. ¿Y si estaba sola y me estaba
durmiendo? ¿Y si lo que fuera lo que me pasase ayer me afectó? No
déjate de decir tonterías. Sabes que los "y si..."no
existen. Sólo hay un Sí o un No. Pase un buen rato intentando
recordar lo que pasó ayer pero aún con los esfuerzos, no podía
recordar nada. Cogí el móvil para volver a mirar la hora y eran las
seis y diez de la mañana, sólo había pasado una y ya estaba
desesperada. Se me ocurrió la idea de llamar pero en ese sitio no
había señal.
Entonces,
una luz al final de la habitación se encendió. Pero yo, seguía sin
poder moverme de la cama.
Quería
ir hacia esa luz. ¿Y mis padres? ¿y mis amigos? ¿Dónde estaban?
Pero esa no era la pregunta correcta. La pregunta correcta era donde
estaba.
Volví
a mirar la hora,sólo habían pasado veinte minutos desde la última
vez que lo había mirado. Quería volver a mi mundo, con mis amigos,
con mi familia, con mi novio... Era una de las más populares del
colegio, todo el mundo me quería. Pero no os equivoquéis con los
estereotipos. No era la típica popular, arpías, descarada, era
buena con las personas. Y quiero volver a esa vida, no quiero estar
en este cuarto a oscuras.
De
repente, volví a sentir un escalofrío, pero esta vez en la frente.
Como una muestra de cariño. Intenté guardar ese recuerdo, ese
gesto. Echaba de menos a mis padres, a mis hermanas.
Volví
a sentir otro escalofrío, pero esto se parecía más a una caricia
en mi mejilla.
Lo
único que sabía era que quería salir de este cuarto. Luego, otra
luz un poco más cerca de mí, se encendió. Pude ver como no era la
única en esta habitación y me asusté bastante. Vi como una persona
se levantaba e iba hacia la luz.
Espera
un momento, ¿y si eso era la muerte? No, no te hagas paranoias. Eso
no es la muerte, confía en ti misma. Sentí como sí mi cuerpo
pudiera moverse, y realmente se estaba moviendo, me levanté. Mire la
hora, eran las nueva de la noche. Me había pasado todo el día aquí
y no me había dado cuenta.
Me
puse de pie, y de seguidas, una luz encima de mí se encendió.
Realmente me asusté, no sabía lo que eso significaba. Pero de
repente, abrí mis ojos y vi a mis padres sentados en una silla. Mire
a mi alrededor, estaba en una habitación de un hospital. ¿Y el
cuarto oscuro? ¿Todo este tiempo había estado en un hospital?
-Papa...-dije
susurrando
-Teresa,
¿cómo estás?-me preguntó él.
-¿qué
me ha pasado?
-Chocaste
contra un coche
-¿Y
el cuarto oscuro?-pregunté
-¿Qué
cuarto oscuro?-me preguntó extrañado.
-Estuve
todo el día en un cuarto donde no me podía mover.
-Teresa,
llevas aquí tres días- dijo apenado.
Eso
me sorprendió.
-¿Estuve
en coma? -pregunté
-Sí
hija, estuviste en coma pero ahora estás bien.
No
todo son malas noticias, después de pasar una tempestad, el sol
asoma sonriente.
Habitación negra
Una noche, cuando
mis padres se fueron a una fiesta con los vecinos, me quede con mis
hermanos en la casa donde vivíamos.
Esa noche llevaba un
camisón de color verde, era una época donde hacía mucho calor. Mi
familia y yo vivíamos al sur de España, en un pueblo en el cuál se
escuchaban historias de que gente del barrio estaba robando a niños.
Una noche, mis
hermanos y yo nos quedamos solos en la casa.
-Juan, ¿Quieres
algo de beber?- le pregunté a mi hermano pequeño
-Claro, Marta.- me
contestó él.
Fui a la cocina a
coger una botella de agua, abrí la nevera y no quedaban. Luego fui
al salón y pero tampoco encontré ninguna.
-Juan, ¿Dónde
puede haber botellas de agua?- le pregunté a mi hermano
-Pregúntale a Julián
Julián era mi
hermano pequeño pero era el hijo mediano, yo era la mayor y me tenía
que hacer cargo de ellos cada noche que mis padres se iban de fiesta.
Subí las escaleras
de mi casa para llegar a la habitación de mi hermano mediano.
-¿Julián? ¿Puedo
pasar?- pregunté dudosa
Nadie contestó así
que entré en su habitación.
-¿Julián?
Nadie me contestó.
Mi móvil sonó y fui a por él, era un mensaje de un desconocido que
decía: “Si quieres volver a ver a tu hermano sal al jardín de tu
casa”
En cuanto terminé
de leerlo, salí de mi casa pero cual fue mi sorpresa al darme cuenta
de que no había nadie en él.
De repente, escuché
unos pasos detrás mía, me volví y todo se volvió negro. Sentí
como si alguien me cogiera en brazos, no podía ni moverme y abrir
los ojos pero podía sentir. Luego oí el sonido de un coche y de
árboles.
Fue un trayecto muy
corto, tenía que estar muy cerca de mi casa. Al poco rato, alguien
me volvió a coger en brazos y me colocaron en una especie de
camilla.
Fueron pasando las
horas mientras que yo estaba en esa camilla, sola y asustada.
Cuando pude moverme,
abrí los ojos y me di cuenta que estaba en una habitación de color
blanca que solo tenía una cama y una silla a su lado. La silla y la
cama también eran de color blanco.
Se podía apreciar
mucho los olores, olía mucho a humo y a tuberías.
Como pude, intente
levantarme de la cama y me di cuenta de que llevaba puesto un camisón
que también era de color blanco.
-¿Dónde estoy?-
pensé
Fui caminando por la
habitación mirando a ver si podría haber alguna salida pero no
había nada para salir de allí, ni una puerta ni una ventana.
Pensé que podría
ser muy fácil salir de allí pero no había nada con lo que pudiera
salir de esa habitación.
De repente, una
puerta, que solo se podía abrir desde fuera, se abrió y apareció
un señor.
-¿Quién es usted?-
le pregunté
Me fije en como iba
vestido, con unos pantalones y con una camiseta muy gastados, llevaba
una barba de unos cuantos días.
Dejó un plato de
comida y se fue.
Me volví a quedar
sola en esa habitación.
Volví a mirar por
toda la sala y no había nada. Pero una ventana pequeña se abrió y
me tiró un nuevo camisón para que me cambiara.
Pensé para mi misma
que si me quisiera muerta ya me habría matado, en cambio me estaba
cuidando, me daba camisones para que pudiera estar limpia y me daba
de comer.
Me cambie de camisón
y me senté en el suelo para poder comer lo que me había puesto en la
bandeja.
Me sorprendió ver
una nota en la bandeja. Decía que él no era el responsable de esto.
El señor me estaba cuidando y él no era el responsable de todo
esto.
Mis padres estarían
preocupados por mi, y mis hermanos también lo estarían. Y¿Julián?
¿Qué había pasado con él?¿Estaría aquí en alguna de estas
habitaciones como yo?
Intenté ponerme de
pie pero no pude, pensé en que me podían haber puesto algo en la
comida para que me volviera a dormir.
Otra vez, todo se
volvió negro.
Sentí como me
llevaban otra vez en brazos y me volvían a poner en una zona plana.
Abrí los ojos y
tenia enfrente al hombre que tenía como un héroe. A quién había
querido como nunca e incluso defendido delante de mis profesores por
ser un mal ejemplo para nosotros. Mi padre. Él fue durante mucho
tiempo un alcohólico y se iba a bares nocturnos mientras que nosotros
dormíamos.
También nos gritaba
mientras hacíamos nuestros deberes y llegábamos tarde a clase porque
él se quedaba dormido viendo la televisión.
Todos los profesores
nos preguntaban a mi y a mis hermanos que pasaba en casa pero
nosotros estábamos amenazados y no podíamos decir nada.
-¿Papá?¿Qué
haces aquí?- pregunté asustada.
Nunca pude pensar
que fuese mi padre el que me hacía estas cosas. Pude darme cuenta
que estaba en un cama, atada con una cuerda.
-¿Por que estoy
atada?¿Por que haces esto?
Mi padre seguía sin
responder a mis preguntas.
-¿Y mamá?¿Dónde
está?¿Y mis hermanos?
-No debes
preocuparte por ellos, Marta. Están en un lugar seguro.
Era la primera vez
que oía a mi padre hablando tan serio, era un loco.
-Papá, ¿Por que
haces esto? ¿Por que estoy aquí?
-Hay una historia
que tu madre y yo nunca te hemos contado. Antes de nacer tú, tuvimos
un niño pero murió a los tres años, luego naciste tú y todo se
solucionó pero yo todavía pienso en ti y tu madre también. Y lo
que estoy intentando es solucionar ese problema, recuperar a mi hijo.
-Papá, ¿Y como
quieres recuperable?
-Juntando un miembro
del cuerpo de cada uno de vosotros.
Mi padre estaba
loco, estaba atada y no podía moverme.
-¿Están vivos?-
pregunté otra vez
-Pues claro Marta,
yo no mato a gente- me dijo él.
Alguien entró en la
sala, y era el señor que antes me había estado ayudando y dándome
de comer. Gracias a él había estado más fuerte y disimuladamente
pude desatarme de una mano y de la otra con cuidado para que mi padre
no me viera.
Al lado suya había
un pequeño carrito donde tenía unos cuchillos afilados y tenía
también un espejo. Fui a cogerlo con la mano que no tenía atada y
me lo guarde detrás de mi espalda. En una de las veces mi padre se
agacho para coger algo del suelo y aproveche para darle con el
cristal del espejo en la cabeza.
Fui a desatarme la
otra mano y me fui a buscar a mi familia. Primero encontré a Juan,
estaba en la primera sala donde yo había estado antes. Luego pudimos
encontrar a mi madre que estaba llena de golpes y por último
encontramos a mi hermano Julián pero teníamos que llevarle al
hospital porque le faltaba un dedo.
Después de unirnos
toda la familia, llamamos a la policía para que pudieran coger a mi
padre. Y después de todo mi familia salió adelante.
Un Diamante Perdido
Hoy ha sido un día
con lluvia, llegando al trabajo ya me había mojado entera. Mi vida
es muy rutinaria. Me levanto de la cama, desayuno, me visto con mi
traje y salgo a trabajar a la empresa. Luego, llego a casa sobre las
ocho de la noche, ceno y me acuesto. No tengo mucho tiempo para hacer
las cosas que me gustan como por ejemplo salir con mis amigas, ir a
algún concierto e incluso conocer a chicos.
Vivo sola con mi
perra en las afueras de mi ciudad. Soy una chica solitaria, me gusta
estar sola pero hay a veces que necesito salir con mis amigas pero
con el trabajo no tengo nada de tiempo. Me encantaba salir con mis
amigas pero hay a veces que también prefiero quedarme una noche en
mi casa, estando sola y con un libro. Para mi, un libro es uno de los
mejores amigos del humano, mientras que sepas aprovechar la historia
que te cuenta cada libro.
Mi casa es bastante
común, tengo unos muebles, una cama, unos sofás y tenía justo lo
necesario para mí sola. Tenía cosas caras guardadas en una caja
fuerte, en concreto tenía un pequeño diamante que había sido de
mi familia durante generaciones.
Después de
comprobar que todas las cosas estaban en su sitio, me hago mis dos
tostadas con mantequilla y un vaso de leche. Luego, me ducho y me
pongo mi traje de empresa. Compruebo otra vez las luces y si todo
esta apagado y salgo de mi casa. Siento que me he dejado algo por
comprobar pero me olvido ya que llego tarde al trabajo.
Subo a mi coche y me
meto por la autovía. Mi trabajo está en el centro de la ciudad, es
decir, a unos veinte minutos de mi casa.
Mi trabajo era muy
sencillo comparados con los de mis otros compañeros. Yo soy la
secretaria de la empresa, me encargo de que todos los clientes tengan
alguna cita para entrar al despacho, para hablar con mi jefe.
-Buenos días-digo
mientras entro a la empresa.
Las limpiadoras me
contestan con un “Buenos días” mientras que yo subo por las
escaleras para ir a mi planta.
En mi planta solía
haber mucha gente pero ahora menos de lo que había debido a la
crisis. Entro a ver a mi jefe.
-Buenos días
Ricardo. ¿Quiere algo de la cafetería?- le pregunto como cada
mañana que voy a trabajar.
-Claro, Yaiza. Lo de
siempre ,por favor.
Vuelvo a bajar las
escaleras y me dirijo al Starbucks que hay al lado de la empresa. Eso
era un privilegio porque cuando salía de la empresa podía tomarme
un cupcake y tomarme mi frappuccino de chocolate.
Como siempre, le
compro a mi jefe el mismo pedido de siempre.
-Hola Iris, lo mismo
de siempre.- Iris es la empleada que trabaja en el Starbucks, ya nos
conocíamos de antes de que yo trabajara en la empresa porque las dos
fuimos juntas al colegio.
-Aquí tienes Yaiza.
Luego nos veremos ¿no?
-Claro, hasta luego.
Le pago y vuelvo por
donde he venido. Vuelvo a hacer el mismo recorrido de siempre hacia
la empresa.
Os estaréis
preguntando por qué estoy de secretaria cuando tengo un diamante en
mi casa ¿no? Pues mis padres querían que yo fuera una médica pero
esa vocación no me gusta mucho. También quería conseguirme el
trabajo por mi cuenta porque mis padres querían pagarme el trabajo.
Pero mis padres
murieron en un accidente de tráfico y me quede completamente sola,
con mi perra y me tuve que buscar la vida.
Con el paso del
tiempo me fui adaptando a no tener a mis padres y a estar sola en mi
pequeña casa. Echaba de menos a mis padres, más a mi madre
lógicamente porque soy una chica pero aún así también echaba de
menos esas risas con mi padre.
Vuelvo a la empresa,
vuelvo a subir a mi planta y le doy el frappuccino a mi jefe. Me
siento en mi silla en mi escritorio.
Las horas se iban
pasando y yo estaba ya desesperada para que el día terminara.
De repente, el móvil
me suena.
-¿Diga?-digo
-Hola Yaiza, mi
nombre es Alejandro y soy un policía, es para decirle que han
entrado a robar a su casa.
Mi mundo caía junto
con esas palabras. El diamante de mi familia, seguro que había sido
robado y nunca podré encontrarlo.
Le digo a mi jefe lo
ocurrido y me voy corriendo hacia mi coche, esta vez de la prisa que
tenia tardo diez minutos en llegar a mi casa.
Me encuentro al
oficial Alejandro enfrente de mi casa.
-Señorita, ¿Tenía
algo de mucho valor en la casa?- me pregunta
-Si, un diamante.
En cuanto se lo
digo, me dirijo corriendo hacia la caja fuerte donde se suponía que
debía de estar el diamante pero el diamante no estaba.
-El diamante no
esta- le digo al oficial Alejandro.
Después de eso, no
supe nada del diamante. Salí muchas veces en las noticias pero nadie
consiguió encontrar al ladrón del diamante de mi familia.
Una familia especial
Esta historia trata sobre una familia que un miembro de esta solía
tener un don, un poder. Normalmente el que tenía ese don era el
primer hijo pero habían casos especiales donde era el segundo e
incluso el tercero hijo quien conseguía esos poderes.
Ese don obtenía todo tipo de poderes, desde uno muy simple como
transformarte en un animal hasta viajar en el tiempo.
Con el tiempo, cada generación tenía más poder que la anterior,
hasta llegar al día de hoy. En dos días el primer hijo de la
familia Martínez podría ser el más poderoso de toda su familia.
-Papá, no me pongas más nervioso de lo que estoy- dijo el hijo
mayor de la familia Martínez.
-Pablo, en dos días serás el más poderoso de la familia y tienes
que estar en forma, así que a correr 30 km y luego das la vuelta.-
le dijo su padre.
-También podría ser Santana.
-Ya me ocuparé yo de que tu hermana no obtenga los poderes de la
familia.- le dijo su padre a Pablo.
A Pablo, su padre le asustaba porque tenía mucho carácter con él;
su padre quería que Pablo fuese el padre de la familia pero Pablo
suponía que su padre le trataba así por el poder.
Se iba acercando el día de la reunión familiar donde dirían quien
obtenía los poderes de la familia. Su hermana también se preparaba
para estar en forma pero mucho menos que Pablo ya que él era el más
indicado para ejercer de padre de familia.
Su familia era muy peculiar, su madre les había abandonado cuando su
tercer y último hijo tenía siete años y,desde ese suceso, la
familia se había convertido más fría. Los Martínez no tenían
muchos amigos en el instituto, ellos se habían vuelto más cerrados
desde el abandono de su madre. Pablo tenía diecisiete años y no
tenía ningún amigo en el instituto, ni siquiera hablaba con los
profesores, su hermana Santana tenía catorce y solo tenia una amiga,
y por último llegaba el más pequeño que tenía siete años y
estaba empezando a hacer amigos.
Solo quedaba un día para la reunión familiar y tanto Santana como
Pablo ya estaban cansados de las carreras que les hacía correr su
padre.
-Papá si consigue Santana los poderes ¿que le harás?- le
preguntó Pablo a su padre
-Si matas a la persona que obtiene los poderes pasará a la que
verdaderamente los merece así que lo que haría es matarla.- después
de escuchar esa contestación Pablo se estremeció- ¿Crees que los va
a conseguir ella?- le preguntó su padre
- ¡NO! Los conseguiré yo, te lo prometo.- contestó Pablo
Al menos eso intentará por el bien de su hermana.
Ya era el día de la reunión familiar donde estaban sus abuelos, sus
primos, los primos lejanos, los hijos de los primos y faltaban ellos.
Antes de que los familiares se fueran poniendo en sus lugares, Pablo
cogió a Santana y se la llevó detrás de una farola.
-Hermanita si te tocara a ti los poderes debes prometerme que vas
a actuar como si no los tuvieras. No preguntes, es por tu bien.
-Pablo, esta bien pero esta muy claro que los vas a conseguir tu.-
le dijo Santana a Pablo.
-Solo por si acaso por favor-le suplicó a ella
-Esta bien.
Santana y Pablo se pusieron en medio de todos los familiares donde
hicieron un ritual. Y después del ritual todo se volvió negro para
ellos dos.
Los dos despertaron a la vez, se encontraban en una habitación de
color blanco y ellos llevaban una túnica de color azul.
-Santana, ¿Sabes dónde estamos?- le preguntó Pablo.
-Creo que no pero... este sitio ya me suena de haberlo visto en
mis sueños y en ellos pasaban cosas malas aquí.-le contestó ella.
De repente, unas puertas ocultas se abrieron y salió de ellas el
padre de ellos. Primero se colocó en frente de su hijo y le dio un
bofetón.
-Me dijiste que ibas a conseguir tu los poderes, hijo.- le dijo a
Pablo.
Luego el padre de ellos se puso enfrente de su hija le dio un beso
en la frente y le dijo:
-Lo siento hija, pero debo hacer esto.
Sacó un cuchillo de su bolsillo e iba directo hacia su hija. Santana
no daba crédito de lo que estaba viendo, su padre quería matarla.
Una niña de catorce años iba a ser matada por su padre. Pero
alguien se puso en medio de ellos dos y al que su padre apuñaló fue
a su hijo, Pablo.
Pablo yacía en el suelo, desangrándose. Pablo había salvado a su
hermana pequeña. La envidia de su padre había herido a Pablo.
Sueño Caribeño
Era un día soleado,
donde mi familia y yo estabamos preparandonos para irnos de viaje al
Caribe. Mis padres se habían quedado con las ganas de ir cuando se
casaron. Mis padres tenían mucho dinero pero al quedarse mi madre
embarazada de mi, no pudieron irse de viaje de novios. Por eso,
mañana nos iremos mis padres, mi hermano y yo al Caribe. Estaba en
mi habitación preparandome la maleta y en ese momento entró mi
hermano pequeño.
-Ana, ¿Tienes todo
preparado?- dijo él.
-Si, Carlos.
Mi hermano se llama
Carlos, tiene ocho años pero aparenta diez. Es un niño especial,
porque nació con una mano. Le encanta jugar como todos los niños;
es único, él te hace sonreir con cualquier hecho que haga.
Se había hecho de
noche e intenté dormirme pero era imposible, estaba muy nerviosa.
Era la primera vez que salía de España y tenía que ser un viaje
perfecto. Nos ibamos dos semanas al Caribe, y tenía que disfrutarlo
todo lo que pudiera.
Ya estaba
amaneciendo y yo había dormido cinco horas de lo nerviosa que
estaba. Mi madre estaba desesperada.
-Ana, tienes
todo¿No?- me preguntó mi madre
-Si, mamá no te
preocupes.
Subí corriendo a mi
cuarto y revise otra vez mi maleta, por si acaso. Yo era muy
maniatica con dejarme las cosas en algún sitio.
El avión salía a
las nueve de la mañana y eran las siete.
-Hijos que llegamos
tarde, que nos cierran las puertas- dijo nuestro padre.
-Ya vamos papá-
dijimos a la vez mi hermano y yo.
Nos subimos al coche
y fuimos de camino al aeropuerto.
El vuelo duraba
aproximadamente ocho horas. Estar ocho horas sentada al lado de mi
hermano era lo mejor que podía tener. Mi hermano y yo estabamos muy
unidos, desde pequeños. Hacíamos casi todo juntos y nos encantaba.
Estuvimos mirando
por la ventana bastante tiempo por la simple razón de que era la
primera vez que él se subía a un avión. Le encantaba mirar las
nubes y el cielo. Incluso le tuve que cambiar el sitio para que
pudiera mirar mejor.
Llevabamos tres
horas de viaje y me estaba quedando dormida pero mi hermano no me
dejaba dormir porque como cualquier niño de ocho años, quería
jugar.
Intenté jugar con
él pero con el tiempo me quede dormida.
Me desperte cuando
quedaba solo dos horas de viaje, gire la cabeza a mi izquierda y mi
hermano no estaba.
-¿Carlos?- dije
Pero menos mal que
miré hacia atrás y estaba con mis padres.
-¡Carlos! ¡Qué
susto me has dado!- le dije asustada
-Es que te habías
quedado dormida y no quería despertarte, por eso me fui con lo
papas.
Me tranquilice al
pensar que había estado con ellos todo el trayecto que yo había
estado dormida. Se volvió a sentar a mi lado y volvimos a jugar a
las cartas, a jugar a las palmas o a cualquier juego. Con él a mi
lado volvía a sentirme como una niña pequeña.
Ya faltaba poco para
llegar, mi hermano y yo estabamos muy ansiosos por llegar ya al
hotel.
Quedaba solo una
hora de viaje. ¡Una hora! Los minutos se pasaban cada vez más
despacio, los segundos se hacían más lentos. Estaba desesperada por
llegar al Caribe.
Le pregunté a mis
padres que ibamos a hacer durante el viaje y me dijeron que lo que
quisiera.
¡Y ya estabamos
bajando del avión! Estaba muy ilusionada por estar allí, en ese
sitio maravilloso.
Cogimos las maletas
y nos fuimos en dirección al hotel. Era enorme y precioso.
Me fije que fuera
había una furgoneta de color blanca. Me pareció raro ver ese tipo
de furgoneta porque alrededor de este hotel vivia gente muy rica y se
les veía con coches muy caros: Ferrari, Lamborghini, etc.
Subimos a la
habitación, que era espectacular. Había una cama de matrimonio, y
dos camas pequeñas para mi hermano y para mi.Y tenía vista al mar.
Me encantó la habitación. Era de color blanco. Tenía dos armarios
e incluso dos sofás.
Me bajé a la
piscina y me volví a dar cuenta de que la furgoneta blanca todavía
seguía afuera del hotel.
Salí del hotel para
ver un poco más de cerca la furgoneta pero alguien por detrás me
cogió por las piernas y todo se volvió negro para mi.
Me desperté en un
cuarto a oscuras, tenía los pies y las manos atadas a una silla.
-¿Hola?¿Qué es
esto?
Estaba un poco
mareada, supuse que me habían drogado.
-Como vuelvas a
hablar te disparo en la pierna.
Me asusté cuando
escuche esa voz detrás de mi oreja. Después de escuchar esa frase
no volví a hablar.
Delante de mi
aparecieron dos hombres con un pasamontañas cada uno.
-¿Dónde estan las
joyas?- me preguntaron.
-¿Qué joyas?
-Las de tus padres,
niña- me respondió el otro.
Intenté desatarme
la cuerda de las manos pero no pude, estaban demasiadas fuertes y me
hacían daño.
-¿Por qué estoy
aquí?-pregunté a los dos hombres que tenía enfrente de mi.
-Dinero- contestó
uno de ellos.
-Coger todo lo que
tengo, y dejarme ir por favor. Estas zapatillas son muy caras y
podeis venderlas por mucho más dinero de lo que cuestan, estos
pendientes lo mismo pero por favor dejarme ir.
Los dos hombres lo
pensaron pero decidieron quitarme los pendientes y las zapatillas y
dejarme allí en esa habitación a oscuras.
Estuve durante horas
en ese cuarto, me estaba quedando dormida cuando uno de ellos me
trajo una bandeja con comida, y me desató las manos. En ese momento
tenía que irme, busque por toda la habitación y al lado de donde
estaba sentada, había un palo de beisbol. En un momento el hombre se
despistó para colocar todo en su sitio.
Fui corriendo sin
hacer ruido a coger el palo de beisbol y cuando se giró le dí en la
cabeza. En cuanto se cayó al suelo, me fui corriendo hacía la
puerta. Estaba cerrada. Volví a por el palo de beisbol y con un
golpe la abrí. Salí corriendo de esa habitación.
Estaba muy cerca del
hotel donde mis padres y mi hermano estaban. Sabía donde estaban.
Corrí lo máximo
que pude pero los pies me fallaban, estaba nerviosa por si esos dos
hombres me pillaban. Llegué al hotel, estaba todo lleno de policias.
-¿Mamá?¿Papá?-
grité
-¿Ana?¿Eres tú?
En cuanto me vio, me
abrazó como nunca lo había hecho.
-Cariño¿Dónde has
estado?¿Y estos moratones?
-Me secuestraron
mamá pero¿Tanto se ha armado para un solo día secuestrada?
-¿Un día? Cariño
llevabas una semana secuestrada. Te habrán drogado.
Después de ese día,
fui al médico durante tres días seguidos para que me hicieran una
clase de pruebas, para que vieran que no había sido herida de
ninguna manera.
Y cuando terminaron
todas esas pruebas, nos volvimos a España. Nunca más quería estar
en ese sitio
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