Era un día soleado,
donde mi familia y yo estabamos preparandonos para irnos de viaje al
Caribe. Mis padres se habían quedado con las ganas de ir cuando se
casaron. Mis padres tenían mucho dinero pero al quedarse mi madre
embarazada de mi, no pudieron irse de viaje de novios. Por eso,
mañana nos iremos mis padres, mi hermano y yo al Caribe. Estaba en
mi habitación preparandome la maleta y en ese momento entró mi
hermano pequeño.
-Ana, ¿Tienes todo
preparado?- dijo él.
-Si, Carlos.
Mi hermano se llama
Carlos, tiene ocho años pero aparenta diez. Es un niño especial,
porque nació con una mano. Le encanta jugar como todos los niños;
es único, él te hace sonreir con cualquier hecho que haga.
Se había hecho de
noche e intenté dormirme pero era imposible, estaba muy nerviosa.
Era la primera vez que salía de España y tenía que ser un viaje
perfecto. Nos ibamos dos semanas al Caribe, y tenía que disfrutarlo
todo lo que pudiera.
Ya estaba
amaneciendo y yo había dormido cinco horas de lo nerviosa que
estaba. Mi madre estaba desesperada.
-Ana, tienes
todo¿No?- me preguntó mi madre
-Si, mamá no te
preocupes.
Subí corriendo a mi
cuarto y revise otra vez mi maleta, por si acaso. Yo era muy
maniatica con dejarme las cosas en algún sitio.
El avión salía a
las nueve de la mañana y eran las siete.
-Hijos que llegamos
tarde, que nos cierran las puertas- dijo nuestro padre.
-Ya vamos papá-
dijimos a la vez mi hermano y yo.
Nos subimos al coche
y fuimos de camino al aeropuerto.
El vuelo duraba
aproximadamente ocho horas. Estar ocho horas sentada al lado de mi
hermano era lo mejor que podía tener. Mi hermano y yo estabamos muy
unidos, desde pequeños. Hacíamos casi todo juntos y nos encantaba.
Estuvimos mirando
por la ventana bastante tiempo por la simple razón de que era la
primera vez que él se subía a un avión. Le encantaba mirar las
nubes y el cielo. Incluso le tuve que cambiar el sitio para que
pudiera mirar mejor.
Llevabamos tres
horas de viaje y me estaba quedando dormida pero mi hermano no me
dejaba dormir porque como cualquier niño de ocho años, quería
jugar.
Intenté jugar con
él pero con el tiempo me quede dormida.
Me desperte cuando
quedaba solo dos horas de viaje, gire la cabeza a mi izquierda y mi
hermano no estaba.
-¿Carlos?- dije
Pero menos mal que
miré hacia atrás y estaba con mis padres.
-¡Carlos! ¡Qué
susto me has dado!- le dije asustada
-Es que te habías
quedado dormida y no quería despertarte, por eso me fui con lo
papas.
Me tranquilice al
pensar que había estado con ellos todo el trayecto que yo había
estado dormida. Se volvió a sentar a mi lado y volvimos a jugar a
las cartas, a jugar a las palmas o a cualquier juego. Con él a mi
lado volvía a sentirme como una niña pequeña.
Ya faltaba poco para
llegar, mi hermano y yo estabamos muy ansiosos por llegar ya al
hotel.
Quedaba solo una
hora de viaje. ¡Una hora! Los minutos se pasaban cada vez más
despacio, los segundos se hacían más lentos. Estaba desesperada por
llegar al Caribe.
Le pregunté a mis
padres que ibamos a hacer durante el viaje y me dijeron que lo que
quisiera.
¡Y ya estabamos
bajando del avión! Estaba muy ilusionada por estar allí, en ese
sitio maravilloso.
Cogimos las maletas
y nos fuimos en dirección al hotel. Era enorme y precioso.
Me fije que fuera
había una furgoneta de color blanca. Me pareció raro ver ese tipo
de furgoneta porque alrededor de este hotel vivia gente muy rica y se
les veía con coches muy caros: Ferrari, Lamborghini, etc.
Subimos a la
habitación, que era espectacular. Había una cama de matrimonio, y
dos camas pequeñas para mi hermano y para mi.Y tenía vista al mar.
Me encantó la habitación. Era de color blanco. Tenía dos armarios
e incluso dos sofás.
Me bajé a la
piscina y me volví a dar cuenta de que la furgoneta blanca todavía
seguía afuera del hotel.
Salí del hotel para
ver un poco más de cerca la furgoneta pero alguien por detrás me
cogió por las piernas y todo se volvió negro para mi.
Me desperté en un
cuarto a oscuras, tenía los pies y las manos atadas a una silla.
-¿Hola?¿Qué es
esto?
Estaba un poco
mareada, supuse que me habían drogado.
-Como vuelvas a
hablar te disparo en la pierna.
Me asusté cuando
escuche esa voz detrás de mi oreja. Después de escuchar esa frase
no volví a hablar.
Delante de mi
aparecieron dos hombres con un pasamontañas cada uno.
-¿Dónde estan las
joyas?- me preguntaron.
-¿Qué joyas?
-Las de tus padres,
niña- me respondió el otro.
Intenté desatarme
la cuerda de las manos pero no pude, estaban demasiadas fuertes y me
hacían daño.
-¿Por qué estoy
aquí?-pregunté a los dos hombres que tenía enfrente de mi.
-Dinero- contestó
uno de ellos.
-Coger todo lo que
tengo, y dejarme ir por favor. Estas zapatillas son muy caras y
podeis venderlas por mucho más dinero de lo que cuestan, estos
pendientes lo mismo pero por favor dejarme ir.
Los dos hombres lo
pensaron pero decidieron quitarme los pendientes y las zapatillas y
dejarme allí en esa habitación a oscuras.
Estuve durante horas
en ese cuarto, me estaba quedando dormida cuando uno de ellos me
trajo una bandeja con comida, y me desató las manos. En ese momento
tenía que irme, busque por toda la habitación y al lado de donde
estaba sentada, había un palo de beisbol. En un momento el hombre se
despistó para colocar todo en su sitio.
Fui corriendo sin
hacer ruido a coger el palo de beisbol y cuando se giró le dí en la
cabeza. En cuanto se cayó al suelo, me fui corriendo hacía la
puerta. Estaba cerrada. Volví a por el palo de beisbol y con un
golpe la abrí. Salí corriendo de esa habitación.
Estaba muy cerca del
hotel donde mis padres y mi hermano estaban. Sabía donde estaban.
Corrí lo máximo
que pude pero los pies me fallaban, estaba nerviosa por si esos dos
hombres me pillaban. Llegué al hotel, estaba todo lleno de policias.
-¿Mamá?¿Papá?-
grité
-¿Ana?¿Eres tú?
En cuanto me vio, me
abrazó como nunca lo había hecho.
-Cariño¿Dónde has
estado?¿Y estos moratones?
-Me secuestraron
mamá pero¿Tanto se ha armado para un solo día secuestrada?
-¿Un día? Cariño
llevabas una semana secuestrada. Te habrán drogado.
Después de ese día,
fui al médico durante tres días seguidos para que me hicieran una
clase de pruebas, para que vieran que no había sido herida de
ninguna manera.
Y cuando terminaron
todas esas pruebas, nos volvimos a España. Nunca más quería estar
en ese sitio
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