Música

domingo, 11 de enero de 2015

Sueño Caribeño


Era un día soleado, donde mi familia y yo estabamos preparandonos para irnos de viaje al Caribe. Mis padres se habían quedado con las ganas de ir cuando se casaron. Mis padres tenían mucho dinero pero al quedarse mi madre embarazada de mi, no pudieron irse de viaje de novios. Por eso, mañana nos iremos mis padres, mi hermano y yo al Caribe. Estaba en mi habitación preparandome la maleta y en ese momento entró mi hermano pequeño.
-Ana, ¿Tienes todo preparado?- dijo él.
-Si, Carlos.
Mi hermano se llama Carlos, tiene ocho años pero aparenta diez. Es un niño especial, porque nació con una mano. Le encanta jugar como todos los niños; es único, él te hace sonreir con cualquier hecho que haga.
Se había hecho de noche e intenté dormirme pero era imposible, estaba muy nerviosa. Era la primera vez que salía de España y tenía que ser un viaje perfecto. Nos ibamos dos semanas al Caribe, y tenía que disfrutarlo todo lo que pudiera.
Ya estaba amaneciendo y yo había dormido cinco horas de lo nerviosa que estaba. Mi madre estaba desesperada.
-Ana, tienes todo¿No?- me preguntó mi madre
-Si, mamá no te preocupes.
Subí corriendo a mi cuarto y revise otra vez mi maleta, por si acaso. Yo era muy maniatica con dejarme las cosas en algún sitio.
El avión salía a las nueve de la mañana y eran las siete.
-Hijos que llegamos tarde, que nos cierran las puertas- dijo nuestro padre.
-Ya vamos papá- dijimos a la vez mi hermano y yo.
Nos subimos al coche y fuimos de camino al aeropuerto.
El vuelo duraba aproximadamente ocho horas. Estar ocho horas sentada al lado de mi hermano era lo mejor que podía tener. Mi hermano y yo estabamos muy unidos, desde pequeños. Hacíamos casi todo juntos y nos encantaba.
Estuvimos mirando por la ventana bastante tiempo por la simple razón de que era la primera vez que él se subía a un avión. Le encantaba mirar las nubes y el cielo. Incluso le tuve que cambiar el sitio para que pudiera mirar mejor.
Llevabamos tres horas de viaje y me estaba quedando dormida pero mi hermano no me dejaba dormir porque como cualquier niño de ocho años, quería jugar.
Intenté jugar con él pero con el tiempo me quede dormida.
Me desperte cuando quedaba solo dos horas de viaje, gire la cabeza a mi izquierda y mi hermano no estaba.
-¿Carlos?- dije
Pero menos mal que miré hacia atrás y estaba con mis padres.
-¡Carlos! ¡Qué susto me has dado!- le dije asustada
-Es que te habías quedado dormida y no quería despertarte, por eso me fui con lo papas.
Me tranquilice al pensar que había estado con ellos todo el trayecto que yo había estado dormida. Se volvió a sentar a mi lado y volvimos a jugar a las cartas, a jugar a las palmas o a cualquier juego. Con él a mi lado volvía a sentirme como una niña pequeña.
Ya faltaba poco para llegar, mi hermano y yo estabamos muy ansiosos por llegar ya al hotel.
Quedaba solo una hora de viaje. ¡Una hora! Los minutos se pasaban cada vez más despacio, los segundos se hacían más lentos. Estaba desesperada por llegar al Caribe.
Le pregunté a mis padres que ibamos a hacer durante el viaje y me dijeron que lo que quisiera.
¡Y ya estabamos bajando del avión! Estaba muy ilusionada por estar allí, en ese sitio maravilloso.
Cogimos las maletas y nos fuimos en dirección al hotel. Era enorme y precioso.
Me fije que fuera había una furgoneta de color blanca. Me pareció raro ver ese tipo de furgoneta porque alrededor de este hotel vivia gente muy rica y se les veía con coches muy caros: Ferrari, Lamborghini, etc.
Subimos a la habitación, que era espectacular. Había una cama de matrimonio, y dos camas pequeñas para mi hermano y para mi.Y tenía vista al mar. Me encantó la habitación. Era de color blanco. Tenía dos armarios e incluso dos sofás.
Me bajé a la piscina y me volví a dar cuenta de que la furgoneta blanca todavía seguía afuera del hotel.
Salí del hotel para ver un poco más de cerca la furgoneta pero alguien por detrás me cogió por las piernas y todo se volvió negro para mi.
Me desperté en un cuarto a oscuras, tenía los pies y las manos atadas a una silla.
-¿Hola?¿Qué es esto?
Estaba un poco mareada, supuse que me habían drogado.
-Como vuelvas a hablar te disparo en la pierna.
Me asusté cuando escuche esa voz detrás de mi oreja. Después de escuchar esa frase no volví a hablar.
Delante de mi aparecieron dos hombres con un pasamontañas cada uno.
-¿Dónde estan las joyas?- me preguntaron.
-¿Qué joyas?
-Las de tus padres, niña- me respondió el otro.
Intenté desatarme la cuerda de las manos pero no pude, estaban demasiadas fuertes y me hacían daño.
-¿Por qué estoy aquí?-pregunté a los dos hombres que tenía enfrente de mi.
-Dinero- contestó uno de ellos.
-Coger todo lo que tengo, y dejarme ir por favor. Estas zapatillas son muy caras y podeis venderlas por mucho más dinero de lo que cuestan, estos pendientes lo mismo pero por favor dejarme ir.
Los dos hombres lo pensaron pero decidieron quitarme los pendientes y las zapatillas y dejarme allí en esa habitación a oscuras.
Estuve durante horas en ese cuarto, me estaba quedando dormida cuando uno de ellos me trajo una bandeja con comida, y me desató las manos. En ese momento tenía que irme, busque por toda la habitación y al lado de donde estaba sentada, había un palo de beisbol. En un momento el hombre se despistó para colocar todo en su sitio.
Fui corriendo sin hacer ruido a coger el palo de beisbol y cuando se giró le dí en la cabeza. En cuanto se cayó al suelo, me fui corriendo hacía la puerta. Estaba cerrada. Volví a por el palo de beisbol y con un golpe la abrí. Salí corriendo de esa habitación.
Estaba muy cerca del hotel donde mis padres y mi hermano estaban. Sabía donde estaban.
Corrí lo máximo que pude pero los pies me fallaban, estaba nerviosa por si esos dos hombres me pillaban. Llegué al hotel, estaba todo lleno de policias.
-¿Mamá?¿Papá?- grité
-¿Ana?¿Eres tú?
En cuanto me vio, me abrazó como nunca lo había hecho.
-Cariño¿Dónde has estado?¿Y estos moratones?
-Me secuestraron mamá pero¿Tanto se ha armado para un solo día secuestrada?
-¿Un día? Cariño llevabas una semana secuestrada. Te habrán drogado.
Después de ese día, fui al médico durante tres días seguidos para que me hicieran una clase de pruebas, para que vieran que no había sido herida de ninguna manera.

Y cuando terminaron todas esas pruebas, nos volvimos a España. Nunca más quería estar en ese sitio

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